En el sur de Ourense se mantiene casi virgen el Parque Natural Baixa Limia-Serra do Xurés que, a lo largo de 30.000 hectáreas, ofrece una muestra de los efectos del clima, flora y fauna que nacen en los límites de las regiones atlánticas y mediterránea. El Xurés, que hace uno con el Parque Nacional de Peneda-Gerês (70.000 hectáreas) en la que es la mayor área protegida transfronteriza de Europa, y que ha obtenido la catalogación de Reserva de la Biosfera, juntamente con la isla de Fuerteventura.
En la frontera con Portugal, flanqueado por el valle del río Limia, se alza el Parque Natural Baixa Limia-Serra do Xurés, un territorio de gran riqueza natural y paisajística que se extiende a lo largo de 20.920 hectáreas por tierras de Entrimo, Lobios y Muíños; que pronto serán 29.763, una vez que el Consello da Xunta ratifique el decreto de ampliación del parque a Bande, Calvos de Randín y Lobeira. La carretera OU-540, entre Ourense y Portugal, sirve de enlace con este territorio enclavado en el límite de las regiones atlántica y mediterránea, situación que provoca la aparición y supervivencia, tanto en la flora como en la fauna, de especies únicas o en peligro de extinción, como el narciso o el lirio del Xurés, las cabras, corzos, lobos o el águila real.
La orografía, predominantemente granítica, se hace una con el Parque Nacional Peneda-Gerês de Portugal, ‘en la mayor área protegida transfronteriza de Europa: el Parque Internacional Gerês-Xurés’, subraya Xosé Benito Reza, director xeral de Conservación da Natureza, quien espera que el 25 de mayo la Comisión de la Reserva de la Biosfera, que se reúne en Corea, otorgó dicho reconocimiento al cuidado que durante siglos la gente dedicó a estas tierras que alcanzan las 100.000 hectáreas en ambos territorios’.
Al pasar el Alto do Vieiro y guiados por el cauce del Limia, comienzan a deslumbrarse las sierras más altas de Leboreiro, Queguas, Pisco y Cruz de Piñeiro; o los montes de Quinxo y las sierras del Xurés y Santa Eufemia, con una orografía más abrupta y fracturada donde contrastan las cumbres más elevadas (Pico de Fontefría, 1.550 metros) con la llanura del valle (hasta los 260).
Es un paisaje singular que conjuga magníficos ejemplos de valle glaciar con muestras de geomorfología granítica, con los ‘bolos’ como las formas más representativas que, en lugares como A Cela (Lobios), sus habitantes los usaban como pared de su vivienda. Los ríos, numerosos, salvajes y ‘autores’ de hermosas cascadas y aguas termales, con fluyen en tres embalses (As Conchas, Salas y Lindoso) que han marcado el paisaje y la vida de sus gentes.